Mexihcah:
Blood of the Sun
MEXIHCAH
WORLD
Antes de que los nombres fueran pronunciados, el Sol se sacrificó. Abrió su pecho y derramó su propia sangre sobre la tierra. De ese fuego divino nacieron los Mexihcah, un pueblo con un destino sagrado: mantener viva la llama que da equilibrio al mundo.
Durante siglos, los hombres ofrecieron corazones y cantos al astro, temerosos de que su luz se apagara. Pero el sacrificio trajo consigo una deuda más oscura. Los dioses, desde sus reinos divinos y desde las profundidades del inframundo, observaron este poder fluyendo a través de la humanidad.
Ahora, la disputa ha comenzado. Las deidades ancestrales ya no solo exigen la devoción de los hombres... exigen poseer la Blood of the Sun para sí mismos.


La caída del equilibrio
Señor de los Nueve Infiernos y guardián del descanso final. Mictlantecuhtli es el principio y el fin, el silencio que aguarda al final de todo viaje. Como dios de los muertos, su poder reside en el equilibrio cósmico que separa la vida de la muerte.
Ante la Caída del Equilibrio y el silencio del Sol, el orden mismo se ha fracturado. Desde las profundidades del inframundo, el Señor del Mictlán emerge, ofreciendo su sabiduría ancestral a aquellos que se atreven a escuchar.
Se presenta como un guía a través de las sombras, un poder necesario para restaurar lo que se ha perdido. Pero él es un dios antiguo, y los motivos de los dioses son tan profundos e inescrutables como el abismo mismo.
¿Es su guía el camino a la salvación, o un descenso del que no hay retorno?
EL GUERRERO MARCADO
Su nombre es Tzilacatzin. No es un dios ni un descendiente directo de los primeros Mexihcah en un sentido literal, sino un guerrero veterano. Carismático y respetado, pero a la vez impulsivo y atormentado por las cicatrices de un pasado que busca redimirse.
Su vida da un vuelco cuando es testigo de una visión aterradora: una profecía del Sol agonizante que anuncia la caída del imperio Mexica. Tzilacatzin interpreta este sueño, no como una condena, sino como un llamado: su única oportunidad de enmendar sus errores y encontrar un propósito más grande.
Aferrándose a esta "luz" como guía, emprende un camino desesperado. Se enfrentará a los horrores de la noche y a dioses olvidados para recuperar las reliquias perdidas, objetos antiguos que, según la profecía, son los únicos capaces de devolver el equilibrio al mundo. Cada reliquia que despierta le otorga un fragmento del poder divino, pero también lo acerca a una verdad que arde... una verdad que podría no ser la salvación que busca, sino la condena definitiva.
